La reciente reforma aplicada al pasaporte uruguayo, orientada a garantizar mayor igualdad entre los ciudadanos nacidos en el país y aquellos nacidos en el extranjero, ha despertado preocupación en varios gobiernos extranjeros. Alemania, Francia y Japón han expresado objeciones formales al nuevo formato del documento, que elimina el campo «Lugar de nacimiento» y uniformiza la mención de nacionalidad bajo el código URY, correspondiente a Uruguay.
El cambio, impulsado en abril por el gobierno uruguayo, forma parte de una política de reconocimiento de los derechos plenos de los ciudadanos legales, es decir, aquellos que han adquirido la ciudadanía uruguaya sin haber nacido en su territorio. Con esta reforma, Uruguay busca eliminar elementos considerados discriminatorios en sus documentos de viaje, especialmente aquellos que hacían referencia a la nacionalidad de origen en lugar de la adquirida legalmente.
Una solución a una solicitud trascendental por equidad
Hasta hace no mucho, los pasaportes en Uruguay tenían una diferencia clara entre los ciudadanos de nacimiento y los que adquirieron la nacionalidad. En la sección de «Nacionalidad», el documento podía mostrar la nacionalidad de origen, lo cual causaba confusión en las verificaciones migratorias y provocaba situaciones de discriminación, incluso dentro del territorio nacional.
La nueva versión del pasaporte unifica la identificación nacional para todos los titulares, eliminando ambigüedades y estableciendo la ciudadanía uruguaya como elemento único de referencia. Además, el campo «Lugar de nacimiento» fue eliminado, siguiendo normas internacionales que lo consideran un dato opcional. Estas medidas fueron celebradas por organizaciones humanitarias y activistas, que destacan el impacto positivo en el derecho a la identidad y en la prevención de la apatridia.
Respuestas de la comunidad global
Pese a la intención inclusiva de la reforma, la omisión del lugar de nacimiento en el pasaporte ha generado fricciones con al menos tres países. Alemania fue el primero en emitir una advertencia pública, indicando que los pasaportes uruguayos emitidos desde el 23 de abril no serán válidos para ingresar a su territorio, incluso para visitas de corta duración. Las autoridades alemanas también señalaron que no procesarán solicitudes de visa presentadas con este documento.
Francia adoptó una posición similar, suspendiendo temporalmente la emisión de visas para estancias prolongadas mientras analiza la validez del nuevo formato. Por su parte, Japón advirtió que los uruguayos que presenten este pasaporte corren un alto riesgo de ser rechazados en el control migratorio.
Estos gobiernos han expresado que la ausencia del lugar de nacimiento compromete sus sistemas de identificación y dificulta la verificación de la información del viajero, en especial en trámites migratorios y consulares.
Postura del gobierno de Uruguay
Ante las críticas, el gobierno uruguayo ha defendido la legalidad y legitimidad de su nuevo pasaporte. El canciller Mario Lubetkin aclaró que los inconvenientes reportados son aislados y que no existe, al momento, un rechazo sistemático del documento por parte de ningún país. Según explicó, los casos en cuestión se limitan a solicitudes de visa de estudio, y no afectan el uso turístico general, que representa la mayoría de los viajes internacionales de ciudadanos uruguayos.
El mandatario Yamandú Orsi indicó que su gestión está abierta a conversar con las delegaciones diplomáticas de los países implicados para hallar una solución, y no excluyó la opción de reimprimir los pasaportes emitidos desde la implementación del nuevo diseño. Sin embargo, confirmó el compromiso del gobierno con la igualdad de derechos para todos los ciudadanos.
Debate interno y posibles ajustes
La elección de eliminar el dato del lugar de origen también ha suscitado controversia a nivel nacional. El exministro Omar Paganini criticó la ejecución de esta modificación, señalando que el inconveniente no reside en alterar la etiqueta “Nacionalidad”, sino en eliminar una información que históricamente ha simplificado la identificación en otros países.
Por su parte, representantes de la sociedad civil que impulsaron esta reforma han insistido en la necesidad de una legislación interpretativa que confirme de manera explícita que todo ciudadano uruguayo, sin distinción de origen, debe ser considerado también nacional. Sostienen que la igualdad ante la ley debe reflejarse no solo en la normativa, sino también en los documentos de identidad oficiales.
Una transformación de impacto global
El cambio en el pasaporte uruguayo representa un esfuerzo genuino para fomentar la inclusión y eliminar desigualdades entre los ciudadanos. No obstante, las repercusiones de esta decisión van más allá del ámbito nacional y presentan retos en el ámbito de las relaciones diplomáticas y en la unificación de criterios documentales entre naciones.
El caso destaca la tensión existente entre la soberanía en documentos y los requerimientos operativos de otras naciones. Mientras las autoridades en Uruguay buscan una solución diplomática al conflicto, la discusión sobre identidad, ciudadanía y reconocimiento en el ámbito internacional se establece como un tema de creciente importancia a nivel mundial.