La escasez de divisas continúa generando efectos adversos en distintos sectores de la economía boliviana, y uno de los más golpeados es el farmacéutico. Empresas del rubro denuncian que la falta de acceso a dólares al tipo de cambio oficial las obliga a recurrir al mercado paralelo, donde llegan a pagar hasta un 130% más por cada unidad de la moneda estadounidense, encareciendo significativamente los costos de importación de medicamentos e insumos.
Líderes y portavoces del sector farmacéutico señalan que esta circunstancia pone en riesgo no solo la estabilidad económica de las compañías, sino que también pone en peligro la continuidad del suministro de productos vitales, tales como tratamientos para enfermedades crónicas, medicamentos para el cáncer y antibióticos ampliamente utilizados.
Un problema central es la dificultad para ingresar al mercado formal de divisas mediante el sistema bancario nacional. A pesar de que la cotización oficial está cerca de 6,96 bolivianos por dólar, en el mercado no oficial el precio puede exceder los 16 bolivianos, lo que implica un costo adicional que muchas compañías ya no pueden asumir sin pasarlo al cliente final.
Algunas compañías han optado por reducir sus importaciones para evitar asumir costos que superan con creces su margen operativo, lo que se traduce en un desabastecimiento creciente en farmacias, hospitales y clínicas. Otros actores del sector han advertido que, si no se encuentra una solución estructural a la falta de dólares, en los próximos meses podría haber una interrupción sostenida del suministro de medicamentos críticos, afectando directamente a la población.
Las consecuencias ya se observan en la red de suministros. Farmacias de diversas zonas del país informan sobre dificultades para reabastecer inventarios de productos extranjeros. Medicinas para la hipertensión, la diabetes, problemas respiratorios y trastornos gástricos se encuentran entre los más impactados. La falta de suministro también afecta a algunos insumos médicos, como jeringas, guantes para cirugía, reactivos de laboratorio y dispositivos de diagnóstico.
El aumento de costos ha empezado a impactar en los precios que enfrentan los consumidores. Ciertos fármacos han visto sus precios duplicarse e incluso triplicarse en el último semestre. Esta subida afecta principalmente a los grupos de menores recursos, quienes encuentran más obstáculos para conseguir tratamientos continuos o de largo plazo.
Empresarios del sector subrayan que el problema no es exclusivo de la industria farmacéutica, sino que forma parte de una situación económica más amplia en la que múltiples sectores productivos e importadores luchan por conseguir divisas para mantener sus operaciones. Sin embargo, alertan que, tratándose de la salud, los efectos sociales y humanos del desabastecimiento son mucho más graves y de impacto inmediato.
La situación ha vuelto a encender la discusión acerca de cómo se manejan las reservas internacionales del país y las estrategias cambiarias del Banco Central. Varias personas del ámbito privado demandan más claridad en la distribución de divisas y sistemas más rápidos para la compra legal de dólares destinados a fines de salud. Adicionalmente, se sugiere crear un canal específico para la importación de medicamentos, con un tipo de cambio favorable, como solución temporal.
Mientras tanto, los compradores en Bolivia se encuentran ante un escenario incierto. La mezcla de una menor oferta de productos, el aumento de precios y la disminución del poder de compra dificulta el acceso a servicios de salud, creando un clima de creciente inquietud entre los pacientes y los profesionales de la medicina.
Si bien las autoridades han asegurado que se trabaja en soluciones para garantizar el abastecimiento, aún no se han anunciado medidas concretas ni cronogramas de implementación. En un contexto donde los medicamentos se vuelven un recurso escaso y costoso, el sector farmacéutico urge una respuesta inmediata para evitar que la crisis financiera se transforme en una crisis sanitaria de mayores proporciones.