Demencia, una enfermedad neurodegenerativa extremadamente devastadora, perjudica tanto a las personas como a los animales de compañía. Investigaciones recientes han demostrado que los gatos pueden desarrollar demencia de manera natural, mostrando similitudes sorprendentes con la enfermedad de Alzheimer en los humanos. Este hallazgo proporciona una oportunidad única para profundizar en el entendimiento de los mecanismos cerebrales relacionados con el deterioro de la memoria y en la exploración de nuevas alternativas terapéuticas.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo examinó los cerebros de 25 gatos que, mientras estaban vivos, mostraban síntomas asociados con la demencia, tales como desorientación, cambios en sus patrones de sueño y mayor vocalización. El análisis microscópico corroboró la existencia de beta-amiloide, una proteína dañina que también se encuentra en los cerebros de personas con Alzheimer y se considera uno de los factores clave del deterioro cognitivo.
El felino como ejemplo natural de Alzheimer
A diferencia de los ratones, que han sido el modelo más común en los estudios neurocientíficos gracias a la manipulación genética, los gatos desarrollan espontáneamente cambios cerebrales asociados con la demencia. Esto les convierte en un modelo natural más preciso y representativo de la enfermedad humana. Según los investigadores, esta similitud podría permitir una mejor comprensión de los mecanismos de la enfermedad y acelerar el desarrollo de tratamientos eficaces.
Las fotografías de las autopsias revelaron una acumulación de beta-amiloide en las sinapsis, los puntos de conexión entre las células cerebrales. La desaparición de estas uniones lleva al deterioro de la memoria y habilidades de razonamiento, lo cual es un aspecto principal en individuos humanos con Alzheimer. La similitud de estos procedimientos en gatos y seres humanos resalta la importancia de los felinos como modelo en el estudio.
Procesos cerebrales compartidos
En conjunto con la acumulación de beta-amiloide, los científicos notaron la actividad de las células de soporte en el cerebro, como los astrocitos y la microglía, que se encargaban de rodear y eliminar sinapsis deterioradas. Este proceso, llamado poda sináptica, es crucial durante el desarrollo del cerebro, pero cuando se activa en la adultez, contribuye al progreso de la demencia. Los descubrimientos señalan que este mecanismo es clave para la pérdida cognitiva tanto en personas como en felinos.
Este símil permite considerar la evaluación de tratamientos que se están investigando para pacientes humanos en la gestión de la demencia en gatos. Los expertos indican que cualquier progreso en este ámbito no solo beneficiaría a los individuos, sino también a los animales de compañía afectados por esta enfermedad.
Efectos en la salud de personas y animales
La investigación destaca la necesidad de considerar a los gatos mayores como sujetos de estudio natural en la investigación del Alzheimer. Esta perspectiva tiene un doble impacto: contribuir a terapias más efectivas para los humanos y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida de los animales que conviven con esta enfermedad.
El cuidado de un gato con demencia puede ser un reto para sus dueños, ya que los síntomas incluyen desorientación, cambios en el comportamiento y dificultades en las rutinas diarias. Comprender los procesos que originan la enfermedad permitirá diseñar tratamientos que reduzcan el sufrimiento tanto de los animales como de sus cuidadores.
Un camino prometedor en la investigación
Los hallazgos alcanzados constituyen un progreso notable en la comprensión sobre la demencia y subrayan la relevancia de expandir los enfoques de investigación más allá de los clásicos roedores de laboratorio. Los gatos, al manifestar de forma natural síntomas y cambios cerebrales similares a los del Alzheimer en humanos, proporcionan una ocasión excepcional para observar el desarrollo de la enfermedad en situaciones reales.
Este descubrimiento sugiere que en el futuro, tratamientos concebidos en primer lugar para personas, podrían ser utilizados en gatos, obteniendo un beneficio compartido. Los científicos están de acuerdo en que la investigación en felinos podría marcar un antes y un después en la creación de terapias más eficientes contra una de las enfermedades más complejas de nuestra era.