En medio de una creciente escasez de dólares y una prolongada inestabilidad económica, Bolivia ha registrado un incremento vertiginoso en el uso de criptomonedas. Durante el último año, las transacciones en plataformas digitales que operan con criptoactivos se dispararon más de un 530%, reflejando un cambio significativo en los hábitos financieros de los ciudadanos y empresarios del país.
El fenómeno se manifiesta en un entorno de limitaciones cambiarias, falta de divisas en los bancos y una creciente desconfianza hacia el boliviano, la moneda local. Estos elementos han llevado a numerosos bolivianos a buscar opciones para mantener el valor de su dinero, eludir los controles del mercado de cambios y realizar pagos internacionales de manera más ágil.
Aunque Bolivia mantiene una de las políticas más restrictivas de América Latina en relación con las criptomonedas, con una prohibición formal al uso del bitcoin y otros criptoactivos como medio de pago desde 2014, el crecimiento de estas operaciones ha ocurrido en plataformas internacionales o mediante aplicaciones de tecnología financiera que operan por fuera del sistema bancario tradicional.
Entre las herramientas más utilizadas por los usuarios bolivianos se encuentran billeteras digitales que permiten comprar, intercambiar y enviar criptomonedas como USDT (Tether), bitcoin y Ethereum. En particular, el uso de monedas estables, conocidas como “stablecoins”, ha ganado terreno como refugio de valor en un escenario donde el dólar oficial es escaso y el paralelo tiene una cotización muy por encima de la establecida por el Banco Central.
La escasez de divisas, originada en parte por la disminución de las reservas internacionales, ha resultado en un mercado negro del dólar en constante crecimiento. Las limitaciones para adquirir legalmente moneda extranjera y los obstáculos para realizar transferencias fuera del país han llevado a empresas importadoras, autónomos y personas comunes a utilizar métodos alternativos de intercambio financiero.
Especialistas en economía digital indican que el aumento de las operaciones con criptomonedas en Bolivia está en consonancia con una tendencia regional, aunque en este contexto se intensifica debido al entorno macroeconómico local. Dado que no hay un sistema bancario que permita la compra de dólares o transferencias internacionales sin limitaciones, muchas personas consideran las criptomonedas como una alternativa más eficiente, aunque conlleva riesgos regulatorios y de seguridad.
Aunque el empleo de criptoactivos ha crecido exponencialmente, las autoridades en Bolivia han adoptado una actitud cautelosa ante este fenómeno. Tanto el Banco Central como la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero han lanzado repetidas alertas sobre los riesgos asociados al manejo de monedas digitales no reguladas, entre ellos la posibilidad de estafas, la pérdida de capitales y la susceptibilidad al blanqueo de capitales. No obstante, estas alertas no han conseguido detener el incremento en el uso diario de estas herramientas en sectores cada vez más extensos de la población.
Algunos expertos argumentan que la ausencia de regulaciones contemporáneas y adaptables ha mantenido al país al margen de las oportunidades que brinda el ecosistema cripto, tales como atraer inversiones tecnológicas, ampliar la inclusión financiera para aquellos sin acceso a servicios bancarios y fomentar el desarrollo de métodos de pago internacionales. Otros, por el contrario, alertan que una implementación masiva sin la supervisión correcta podría causar más distorsiones en un mercado ya afectado por la informalidad.
Actualmente, la situación evidencia que las criptomonedas se han consolidado como un mecanismo financiero habitual en Bolivia, particularmente entre los jóvenes, pequeños empresarios y poblaciones urbanas con acceso a internet y dispositivos móviles. El incremento de más del 530% en las transacciones del último año destaca que, en ausencia de opciones convencionales, los ciudadanos están optando por nuevas maneras de mantener y transferir su capital.
El reto para el Estado consiste en cómo reaccionar ante este cambio sin ceder el control de la estabilidad financiera, mientras se ajustan las normas a un entorno global que ya no puede pasarse por alto.