¿Cuáles son las mejores técnicas para controlar la ansiedad?

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La ansiedad es una respuesta normal al estrés, pero cuando se vuelve persistente o abrumadora, puede interferir significativamente en la vida cotidiana. El aumento del ritmo de vida, las presiones laborales y académicas, así como los cambios sociales, han contribuido a que cada vez más personas experimenten síntomas de ansiedad. Afortunadamente, existen diversas técnicas respaldadas por profesionales de la salud mental que pueden ayudar a gestionarla de forma efectiva.

Respiración honda y con atención plena

Una de las formas más simples, accesibles y rápidas para gestionar la ansiedad es la práctica de la respiración consciente. Investigaciones publicadas en revistas como Frontiers in Human Neuroscience han revelado que técnicas como la respiración diafragmática, donde se inhala profundamente por la nariz y se exhala lentamente por la boca, contribuyen a calmar el sistema nervioso simpático y promueven la relajación. Por ejemplo, en momentos de crisis, emplear la técnica del 4-7-8 (inhalar durante 4 segundos, sostener la respiración 7 segundos y exhalar en 8) puede disminuir de manera considerable la sensación de presión y el ritmo cardíaco acelerado.

Mindfulness y meditación

El mindfulness, o atención plena, consiste en enfocar la conciencia en el momento presente, observando pensamientos y emociones sin juzgarlos. Un estudio realizado por la Universidad de Massachusetts reveló que la práctica de mindfulness durante al menos ocho semanas mejora la capacidad para gestionar pensamientos ansiosos y reduce el estrés percibido. La meditación guiada, los escaneos corporales y la observación de la respiración son ejemplos eficaces; estas técnicas permiten restablecer la conexión mente-cuerpo, evitar la rumiación mental y fortalecer la resiliencia emocional.

Ejercicio físico regular

La realización de ejercicio físico es esencial para manejar la ansiedad. Al ejercitarnos, el organismo produce endorfinas, sustancias químicas que promueven sentimientos positivos y benefician la salud mental. Estudios exhaustivos han demostrado que actividades aeróbicas como correr, nadar o bailar pueden disminuir los síntomas de ansiedad a medio y largo plazo. También se sugiere practicar ejercicios de bajo impacto, como el yoga o el tai chi, que integran movimiento, respiración y enfoque, ofreciendo un beneficio dual para el cuerpo y la mente.

Reestructuración cognitiva y diálogo interno

Un gran número de momentos de ansiedad está relacionado con pensamientos automáticos negativos o extremos. La reestructuración cognitiva, que es un pilar fundamental de la terapia cognitivo-conductual (TCC), sugiere reconocer y desafiar esas creencias poco racionales, reemplazándolas por perspectivas más realistas y útiles. Por ejemplo, cuando surge la idea de «no puedo con esto», se incentiva a reconfigurarla como «he enfrentado obstáculos antes y cuento con herramientas para manejarlos». Esta técnica disminuye significativamente la influencia de los pensamientos intrusivos en la emoción ansiosa.

Técnicas de relajación muscular progresiva

Desarrollada por Edmund Jacobson, la relajación muscular progresiva consiste en alternar tensión y relajación en distintos grupos musculares del cuerpo. Este método permite detectar y liberar la tensión física asociada a la ansiedad. Su eficacia ha sido comprobada en diferentes contextos clínicos, desde la ansiedad generalizada hasta el manejo del estrés laboral. Realizar esta técnica diariamente, especialmente antes de dormir, contribuye a una mejor calidad del sueño y a un estado general de calma.

Redacción terapéutica y manifestación emocional

Expresar las emociones mediante la escritura, también conocida como journaling o diario emocional, ayuda a clarificar pensamientos y reducir la intensidad emocional asociada a la ansiedad. Al plasmar en un papel preocupaciones, miedos y sentimientos, se favorece el procesamiento emocional y se disminuye la tendencia a la rumiación mental. Varias investigaciones han resaltado que dedicar tan solo 15 minutos diarios a esta práctica favorece la regulación emocional y fortalece la autopercepción.

Establecimiento de rutinas y hábitos saludables

La ansiedad tiende a incrementarse en contextos de incertidumbre o desorganización. Por ello, establecer rutinas diarias, cuidar la alimentación, procurar descansar adecuadamente y limitar el consumo de noticias negativas son aspectos esenciales para preservar el equilibrio psíquico. Dormir entre 7 y 9 horas, evitar estimulantes como la cafeína y establecer horarios de desconexión tecnológica –especialmente antes de acostarse– son medidas que han demostrado impacto positivo en la reducción de la sintomatología ansiosa.

Exploración de respaldo profesional y social

Aunque las estrategias de cuidado personal son valiosas, es esencial saber cuándo es necesario recurrir a asistencia profesional. Los psicólogos y psiquiatras cuentan con el entrenamiento adecuado para asistir a quienes experimentan ansiedad constante, utilizando tratamientos individualizados como la terapia cognitiva conductual, la terapia de exposición o, en caso necesario, la administración controlada de medicamentos. Además, formar parte de grupos de apoyo y fortalecer los vínculos sociales son factores protectores importantes contra la ansiedad.

Enfoque holístico para gestionar la ansiedad

El abordaje de la ansiedad requiere implicación activa, autoconocimiento y una combinación de estrategias personalizadas. Adaptar estas técnicas según las propias necesidades, experimentar con distintas metodologías y observar la evolución a lo largo del tiempo permite transformar la ansiedad de un obstáculo paralizante a un estímulo para el crecimiento personal. Convertir el cuidado emocional en parte de la vida cotidiana fortalece la resiliencia y mejora la calidad de vida, recordando siempre que pedir apoyo es un gesto de fortaleza y no de debilidad.

Por: Pedro Alfonso Quintero J.

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