En un contexto regional marcado por la necesidad de diversificar las economías y generar fuentes sostenibles de ingresos, Bolivia ha consolidado en los últimos años su posición como exportador relevante de productos no tradicionales como la castaña, el cacao y el café. Estos rubros, que históricamente han tenido un peso específico en ciertas regiones del país, hoy se proyectan como parte de una estrategia nacional para posicionar al país en mercados internacionales exigentes, a la vez que se promueve la conservación ambiental y se apoya a miles de familias productoras.
Castaña: el motor no tradicional del norte amazónico
El producto estrella dentro del conjunto de exportaciones no tradicionales es la castaña, que ha logrado posicionar a Bolivia como el primer exportador mundial. Entre enero y noviembre de 2024, las exportaciones de castaña alcanzaron los 175,8 millones de dólares, marcando un incremento del 69 % con respecto al año anterior. Esta recuperación resulta particularmente significativa si se tiene en cuenta que en 2023 se había registrado una fuerte caída del valor exportado, que apenas superó los 115 millones de dólares.
La cosecha de castaña está mayormente ubicada en las regiones amazónicas de Beni y Pando, de donde se extrae más del 95 % del total recogido. En estas áreas, más de 1.400 familias de comunidades indígenas y campesinas están involucradas activamente en la recolección de esta nuez, que no solo proporciona ingresos, sino que también ayuda a preservar el bosque nativo. A diferencia de otros métodos extractivos, la castaña se obtiene de árboles en estado natural, sin necesidad de talar ni alterar el ecosistema, lo que hace de esta actividad un modelo de economía sustentable.
En términos comerciales, la castaña boliviana ha encontrado mercados estables en Europa y Estados Unidos, destacándose Países Bajos y Alemania como los principales destinos. Además, en los últimos meses se han concretado envíos hacia China, lo que abre nuevas posibilidades para ampliar los volúmenes exportados hacia Asia.
Cacao: calidad reconocida a nivel internacional
Otro de los productos que ha ganado terreno es el cacao. Durante 2023, Bolivia exportó cerca de 360 toneladas, por un valor que superó el millón y medio de dólares. Esta cifra representó un crecimiento de más del 190 % en volumen y una expansión en el número de mercados alcanzados. Mientras que en 2022 el cacao boliviano llegaba a seis países, en 2023 lo hizo a ocho.
Este crecimiento ha estado acompañado de un reconocimiento a la calidad del producto. Pequeños productores de los departamentos de La Paz y Cochabamba han obtenido medallas en certámenes internacionales, lo que ha permitido posicionar al cacao boliviano como un producto premium. Estas distinciones no solo validan el esfuerzo de las comunidades locales, sino que también abren puertas para acceder a mercados especializados donde el valor agregado y la trazabilidad son elementos clave.
Argentina, Suiza y otras naciones europeas encabezan el interés por el cacao procedente de Bolivia. En Suiza, se ha observado un deseo específico por las variedades con fuertes aromas y por los métodos de producción orgánica, lo que ha impulsado a las cooperativas a mejorar sus técnicas de cultivo siguiendo principios de la agroecología.
Café: expansión constante y retos ante regulaciones
El café boliviano, aunque menos voluminoso en términos de exportación que la castaña o el cacao, ha mantenido una presencia constante en los mercados europeos y norteamericanos. Entre enero y septiembre de 2024, las exportaciones alcanzaron los 3,6 millones de dólares. Si bien la cifra representa una leve disminución respecto a años anteriores, el producto se mantiene competitivo gracias a su calidad y a las prácticas de cultivo que respetan los estándares internacionales.
No obstante, uno de los retos recientes para el sector del café ha sido la implementación de nuevas normativas por parte de la Unión Europea, que requieren probar que el producto no se origina en zonas deforestadas. Esta disposición fuerza a los productores a adoptar sistemas de trazabilidad más estrictos y a obtener certificaciones que aseguren la sostenibilidad de sus métodos.
Una política exterior orientada al comercio y la sostenibilidad
El auge de estas exportaciones no tradicionales responde también a una estrategia activa del gobierno para diversificar los mercados y apoyar a los sectores productivos mediante la diplomacia comercial. Ferias internacionales, rondas de negocios y misiones diplomáticas han sido utilizadas como herramientas para promocionar los productos bolivianos, particularmente aquellos que combinan valor agregado con sostenibilidad.
En este marco, se ha promovido la marca país vinculada a la calidad y autenticidad de los productos andino-amazónicos, con especial énfasis en su origen orgánico, su carácter artesanal y su impacto social positivo. La articulación entre el sector público, las organizaciones de productores y el apoyo técnico de la cooperación internacional ha sido clave para afianzar esta política.
Visiones a mediano plazo
Los retos futuros para Bolivia en estos ámbitos incluyen mejorar la infraestructura logística, aumentar la capacidad de procesamiento nacional y asegurar que una mayor parte del valor añadido permanezca en el país. Además, será esencial conservar una política de incentivos que promueva la formalización, el acceso al financiamiento y la educación técnica de las comunidades productoras.
En este tiempo, los productos bolivianos como la castaña, el cacao y el café siguen encontrando su lugar en mercados que aprecian la calidad, la trazabilidad y el compromiso ambiental. Bolivia ha conseguido no solo comercializar productos, sino también narrar historias de origen, identidad y resistencia.