Crisis económica y el dilema entre ajuste neoliberal o estatismo
Tras años de relativa estabilidad económica, Bolivia enfrenta en 2025 una de sus peores crisis financieras en décadas. El agotamiento del modelo estatista, la caída de las reservas internacionales y el aumento de la deuda externa han llevado al país a un escenario de ajustes dolorosos y decisiones políticas complejas. El gobierno se debate entre medidas de austeridad, que podrían generar protestas sociales, o profundizar el intervencionismo estatal, con el riesgo de ahuyentar inversiones.
El colapso de las reservas internacionales
Uno de los indicadores más alarmantes es la drástica reducción de las reservas internacionales, que pasaron de USD 15 mil millones en 2014 (el pico de la bonanza de los commodities) a menos de USD 3 mil millones en 2025. Este descenso se debe a varios factores:
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La caída de los precios del gas y los minerales, principales fuentes de ingresos del país.
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El gasto público sin control en subsidios y megaproyectos durante los gobiernos del MAS.
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La fuga de capitales por la incertidumbre política y económica.
La falta de reservas limita la capacidad del Banco Central para defender el tipo de cambio y cubrir importaciones esenciales, generando presiones inflacionarias.
Deuda pública insostenible y la presión de China
Bolivia acumula una deuda pública que supera el 70% del PIB, con China como principal acreedor. Pekín ha exigido renegociaciones, lo que podría implicar mayores condiciones de ajuste o incluso la entrega de activos estratégicos como garantía.
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Préstamos atados a proyectos fallidos: Muchos de los créditos chinos financiaron obras infrautilizadas, como la planta de urea de Bulo Bulo.
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Riesgo de «deuda por recursos»: Ante la falta de liquidez, Bolivia podría verse obligada a ceder el control de yacimientos de litio o hidrocarburos.
Esta dependencia financiera limita la autonomía del gobierno y lo obliga a tomar medidas impopulares.
Inflación galopante: La más alta en 20 años
La inflación alcanzó el 12% en 2025, la tasa más alta desde la crisis de principios de los 2000. Este incremento se debe a:
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La devaluación del boliviano, tras años de un tipo de cambio artificialmente fijo.
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El encarecimiento de las importaciones por la escasez de dólares.
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El aumento de precios de alimentos y combustibles a nivel global.
El salario real ha perdido poder adquisitivo, generando malestar en la población, especialmente en las clases medias y bajas.
El dilema del gobierno: ¿Ajuste o más estatismo?
El ejecutivo se encuentra en una encrucijada:
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Aumentar impuestos: Una medida impopular que podría desatar protestas, como las de 2019 contra el «gasolinazo».
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Recortar subsidios: Eliminar los subsidios a la gasolina y el diésel reduciría el déficit fiscal, pero aumentaría el costo de vida.
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Nacionalizaciones: Se rumorea un posible control estatal sobre telecomunicaciones o energía, aunque esto ahuyentaría inversiones.
Algunos economistas insisten en que se necesita un ajuste gradual con protección social, mientras que sectores oficialistas apuestan por mayor intervención estatal.